LUNA ROJA


El salió. Dejo la casa vacía. Su soledad se veía acompañada desde hace unos diez años cuando abandonó todo lo que tenía para entregarse al hermetismo de su ser. Para cualquier persona ya no tendría sentido seguirse culpando por la pérdida accidental de su vida. De su vida normal. Al principio dudó, eso lo podría reconocer, de que pudiese pasar más de dos meses en completa soledad sin nadie con quien comentar del clima, o contarse las experiencias pasadas hasta el cansancio. La monotonía tiene sentido de ser en una existencia cobarde de vivir nuevas aventuras.

Se entregó al suave aire del desierto. Donde nadie lo reclamara, donde nadie le reclamara. La casa la consiguió a través del periódico. En medio de la nada. Asi podría asegurarse de vivir su retiro dignamente, sin compromisos.

Ese día, como cualquier otro, salió de casa sin esperar nada especial. Su rutinaria vida consistía de asegurarse su existencia por sus propios recursos. Su huerta era su vida, su pozo de agua mineral su angel de la guarda. Y el dia con su poderoso sol su redentor celestial.

Su vida comenzaba cada dia a las 3 de la mañana. Abre la puerta y el aire fresco de la madrugada le ayuda a despertar. No hablaba. Nunca. De hecho tenía cerca de 9 años sin pronunciar palabra alguna, pero no por eso sentía que perdería su capacidad de comunicarse. Su pensamiento le bastaba. Se hablaba y se respondía. Y en días críticos también podía pelear. La vida siempre exigiría que por alguna decisión su ritmo tuviera altibajos.

Era de madrugada, pero los tonos de lo que lo rodeaba estaban teñidos de un peculiar color escarlata. Trata de limpiarse la vista y abre de nuevo los ojos. El color lo bañaba todo. Incluso su tez.
Y entonces la vió... La Luna Roja Sobre el mar negro.

Esa misma imagen le traía recuerdos. Fue la primera luna que recuerda haber visto, fue la misma luna que iluminaba el cielo el día que decidió entregarse al olvido. Y otra vez aparecía para de alguna manera definir su destino. De nada valdría intentar escapar, el destino siempre era inalterable, o al menos así lo pensaba.

Primero león luego cordero. Su vida era una mezcla de sentimientos y sensaciones. Experiencias. Siempre pensó que era especial y tal vez solo lo era en esencia para el mismo. Una vida de excesos había acabado, una de limpieza apenas estaba comenzando. ¿Sería tal vez un simbolismo para decirle que ya la etapa dura había concluido?. Al menos el fin parecía haber llegado para el aire fresco. Ya el viento no le movía el cabello.

Respira otra vez para cargarse los pulmones antes de terminar de abrir la puerta y salir por el umbral.
Ruega a Dios poder volver del desierto desde que vio la luna roja sobre el mar negro.

¿Quién podría corroborar si esa misma luna se veía en otro rincon del planeta? Ya el cielo había recobrado su color azul claro típico de otro día asoleado. Y la luna roja todavía define perfiles a su antojo. Alguien con quien hablar es urgente. La necesidad se torna imperiosa, pero también crece su sentido de autodeterminación. Cierra la puerta tras de sí y casi se persigna, pero como un derecho reprimido siempre duele en el alma, abre la boca y dice su primera - y única - frase en años: "Cuídame yo te cuidaré".

Yo tambien pagué placeres ciegos y no quiero ver la luna roja sobre el mar negro
El miedo emociona embriagantemente. El primer paso había sido dado. El destino estaba al borde de su última definición.

Ver la luna a plena luz del sol no es un buen indicio. Es peligrosa. Te hace mortal.

Voltiando a los cuentos... Las frases resaltadas pertenecen a la lírica de la canción "Luna Roja", de SODA STEREO, una de mis preferidas.
Gracias... totales!!!

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